La expansión de la ganadería industrial en la Unión Europea ha desencadenado un preocupante fenómeno de monopolización de las tierras agrícolas, con más del 71% de estas destinadas a la alimentación del ganado, según el informe “Alimentando el problema” de Greenpeace. Esta tendencia no solo desplaza la producción de alimentos para consumo humano, sino que también genera impactos adversos en el clima, el medio ambiente y la salud pública.
El modelo de ganadería estabulada, donde el ganado permanece confinado y se cultiva su alimento estándar, ha exacerbado esta situación. Más del 63% de la tierra cultivable en la UE se dedica a este fin, lo que representa una utilización ineficiente de recursos naturales.
El problema se ve agravado por la distribución desigual de subsidios agrícolas, con entre 28.500 y 32.600 millones de euros destinados anualmente a explotaciones ganaderas, según la Política Agraria Común (PAC) de la UE. Este sistema de apoyo financiero refuerza la concentración de la producción en manos de unas pocas grandes explotaciones, en lugar de fomentar prácticas más sostenibles y diversificadas.
¿Cómo podemos reequilibrar la balanza?
- Promover la ganadería extensiva: La práctica de la ganadería extensiva, donde los animales se crían en sistemas más naturales y se alimentan principalmente de pastos, no solo reduce la presión sobre la tierra cultivable, sino que también beneficia la biodiversidad y el clima. Es esencial incentivar este modelo mediante políticas y programas de apoyo específicos.
- Fomentar la diversificación agrícola: La monocultura de alimentos para el ganado contribuye a la pérdida de biodiversidad y a la degradación del suelo. Es fundamental promover la diversificación de cultivos y la rotación de cultivos como parte de una estrategia integral de gestión agrícola sostenible.
La ganadería estabulada conlleva una serie de perjuicios a múltiples niveles, que afectan tanto al medio ambiente como a la salud pública y al bienestar animal:
- Impacto ambiental: La concentración de animales en espacios reducidos genera una acumulación excesiva de estiércol y residuos, que contaminan el suelo y el agua. Esto puede provocar la eutrofización de cuerpos de agua, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad. Además, la ganadería estabulada es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático.
- Contaminación del aire: La acumulación de residuos orgánicos en las instalaciones de ganadería estabulada emite gases nocivos como el amoniaco y el sulfuro de hidrógeno, que pueden causar problemas respiratorios y contribuir a la formación de contaminación atmosférica.
- Salud pública: El uso intensivo de antibióticos en la ganadería estabulada para prevenir enfermedades y promover el crecimiento de los animales aumenta el riesgo de desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, lo que puede comprometer la eficacia de estos medicamentos en el tratamiento de enfermedades humanas. Además, la contaminación del agua y del suelo con residuos de medicamentos veterinarios y productos químicos utilizados en la agricultura puede tener efectos adversos para la salud humana.
- Bienestar animal: La ganadería estabulada suele implicar condiciones de vida estresantes y poco naturales para los animales, que pueden experimentar problemas de salud y comportamiento debido al hacinamiento, la falta de espacio para moverse y la ausencia de acceso a pastizales y actividades naturales. Esto puede resultar en un sufrimiento innecesario para los animales y afectar su calidad de vida.